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Concurso Ellas de Montena

viernes, 28 de octubre de 2011

Micro relato.

-¡Mamá, mamá!-le miré el rostro, sus ojos estaban cerrados, su cara seria, su pulso demasiado tranquilo, le di un ligero toque en la mejilla. No respondió. Otro más, y como respuesta recibí un inquietante silencio.- ¿Mamá? ¿Mamá?-lágrimas indeseadas salieron de mis ojos y se precipitaron por el vacio de mis mejillas. Cogí su cabeza y la posé sobre mi regazo. Estaba pálida, no tenía color en la cara. Su pelo rojizo le rodeaba la cabeza como una especie de corona. En ese momento, me di cuenta  de que ya no volvería a ver esos preciosos ojos verdes, que me mostraron tanto amor, ni tampoco su sonrisa, que tenía los dientes ligeramente torcidos, no la volvería a ver hacer nada, Le toqué uno de los costados para levantarla y un líquido caliente y viscoso me llenó las manos.
Me levanté con paso vacilante del suelo, y llamé a la única persona que sabría qué hacer. Mi padre. Esa misma noche era Halloween  y él era decorador. ¿Pero… Sería capaz de dejar sus prejuicios y volver a la casa que abandonó hace ya tanto tiempo?
-¿Si?
-Pa-papá.-tartamudeé.-Mamá… ha-a si-si-do asesinada.-pi-pi-pi. Mi padre había colgado. Una risa escalofriante, malvada y aniñada a la vez se escuchó a mis espaldas. Giré sobre mis talones y no había nada, volví a girar y a girar, ¿Dónde estaba? La risa procedía de todos lados y de ninguno a la vez. Algo me tocó el hombro. Unos ojos rojos y grandes me miraban con una sonrisa maliciosa en los labios. Movió la cabeza ligeramente hacia la derecha y con una voz aguda como unas uñas arañando la  pizarra susurro:
-¿Truco o trato?


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