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Concurso Ellas de Montena

miércoles, 13 de noviembre de 2013

La educación,

Hace poco que aprobaron unas leyes de educación. Estas, sinceramente, no me agradan en absoluto. Desde mi punto de vista, intentan hacer a unas personas sin voluntad, sin opinión propia, intentan que tengamos la mente cuadrada. Quieren quitar asignaturas como ciencias del mundo contemporáneo, filosofía, música o dibujo técnico, asignaturas que desarrollan nuestra creatividad y nos hacen replantearnos aspectos de la vida. Quieren aumentar las horas de lengua, matemáticas o religión, algo que no me parecería mal si no se deshicieran de otras. Argumentan que quieren mejorar el sistema educativo, pero no se dan cuenta de que está no es la manera, cambian de leyes cada vez que cambiamos de partido político, y no dan tiempo a que esas leyes surtan efecto. Esas personas que crean que estas leyes, que en mi opinión son absurdas, son correctas, que entren en un aula, que observen detenidamente y entiendan la postura del alumnado, quienes parecemos muñecas de trapo.
Es cierto que nuestro país está más atrasado en cuanto a la educación con respecto a otros, pero no son los profesores, si no el contenido que nos dan, que cada vez es menor. ¿No se les ha ocurrido en ningún momento pedirles a los profesores, personas que si saben del tema, su opinión?
Más exámenes, más horas de clases troncales, menos creatividad y ninguna empatía, eso es lo que nos dan. Además, junto con esto, con la disconformidad que siento yo y gran parte de la población, se junta la supuesta “crisis”, digo supuesta porque habiendo familias que no son capaces de comprarles los libros a sus hijos, el Gobierno les paga las tablets y los ordenadores a los institutos para enseñar mejor, y se olvidan de que en otros lugares hay niños que intentan dar una clase normal y no pueden porque no tienen recursos para asistir o para el material. Y es que aunque esto me parece increíble, también me lo parece que reduzcan las becas, si ya era difícil, ¿ahora que hacemos?

Si nos damos cuenta, cada vez es más difícil llegar a la isla del tesoro, no por los alumnos, sino porque nuestro país no nos ayuda y cada vez nos aleja un poquito más de nuestra meta, la educación.

martes, 17 de septiembre de 2013

Apariencia.

Vivimos en una sociedad en donde parece que lo único que importa es el físico, que si no llevas esta ropa, o estás de esta forma, no tienes, por decirlo de algún modo, el mismo trato que los demás. Con esto, no quiero decir que la ropa que llevas o lo que pesas no sea importante, porque dentro de lo que cabe, la apariencia física es bastante significativa.
Tu apariencia es trascendente, porque es lo primero que ve otro de ti y, lógicamente, si quieres dar una buena impresión, tienes que cuidarte, pero hay que darse cuenta de que una cosa es cuidarse y otra totalmente diferente es obsesionarse. Las operaciones, los tratamientos anti-edad, el deporte excesivo, las dietas extremas, todo esto me parece innecesario y también una locura.
El ser humano debería de darse cuenta de una vez, de que no somos perfectos, y que con todas esas operaciones y tratamientos, lo único que hacemos es meternos sustancias innecesarias en el cuerpo y destruirnos poco a poco el cerebro. ¿A caso la gente no se da cuenta de que con eso, solo consiguen olvidarse de su día a día, y de lo que verdaderamente importa? Se gastan millones de euros en su apariencia, dejando de lado otras metas, dejando de lado a las personas, y olvidándose de que la personalidad, es muy importante. Esas obsesiones, son momentáneas, son modas que dentro de, tal vez, un par de décadas, no existan. Yo, estoy en contra de todo esto, no le veo el sentido al cambiarte. No le veo el sentido a crear otro aspecto, porque, simplemente, para mí, son más importantes los estudios, el trabajo, la familia, los amigos…

Estoy casi segura de que cuando tengas setenta u ochenta años, no te importará lo que los demás piensen de ti, ni siquiera te pararás más de cinco minutos a mirarte en el espejo. A esa edad, solo te importará disfrutar, pasar el tiempo con la gente que quieres, porque, simplemente, no te quedará mucho más.